El camino

Caminas entre la bruma, con cautela, pensando. Piensas en lo que ha pasado y en lo que te pasa en ese momento pero, sobre todo, piensas en lo que pasará. Porque en tu mente los tres tiempos se turnan para torturarte: pasado, presente, futuro...
Sigues caminando porque eso es lo que dicta tu intuición. ¿Intuición? ¿Qué es eso? ¿Por qué has decidido hacerle caso a un sentimiento que nunca antes habías pensado que existiese? No lo sabes y la duda te hace dudar. Sin embargo sigues adelante. Caminas durante muchísimo tiempo, perdido. Lo que antes era una leve bruma se convierte en una niebla tan densa que apenas te permite ver dos pasos mas allá. Ahora, además de la intuición, la congoja anida en tu pecho. El temor a no llegar nunca a un destino que desconoces, de no llegar nunca a aquello que más anhelas aunque no sepas lo que es. Sigues caminando, intentando dejar tu mente en blanco para que así el camino se haga menos infernal y permites que tu mente se llene de sueños sobre el futuro para paliar las dudas que te carcomen. Porque a veces es mejor soñar y luchar por cumplir ese sueño que te hará feliz que enfrentarte a un mundo que te consume sin remedio y que no puede darte otra cosa que dolor y perdición. 
Por eso la gente sueña, como tú, porque ese simple momento de ensoñación que requiere una pizca de alegre imaginación, es lo que te libera y hace feliz. No el final feliz, aunque puede ayudar claro, sino el camino que te lleva a conseguirlo, el proceso en sí. El conjunto de TODO es lo que te colmará de felicidad. Por eso el fin no justifica los medios, porque los medios son los que te llevan a ser la persona que eres en el presente y la que serás en el futuro y de esa persona, de ti, dependerá que seas feliz.
Así que sigue avanzando entre esa niebla, siendo fiel a ti mismo, a tu principios, y en algún momento alcanzarás aquello que deseas. Solo si sigues avanzando con decisión.

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