Destino
Te agachas, te escondes. Respiras profundamente y te mantienes lo más callado posible. Sabes que puede llegar a oírte, que pasara en apenas segundos justo por delante de donde te encuentras. Te tapas la boca con la palma de la mano y cierras los ojos, apretando los párpados todo lo que puedes con la esperanza de que así todo resulte una pesadilla y despiertes. Pero en el fondo sabes que no será así. Sientes esa sensación de frustración, de desasosiego dentro de tu pecho; un nudo en la garganta y otro en el estómago. Piensas en todas las personas a las que quieres y entonces una lágrima comienza su descenso por tu rostro para terminar precipitándose barbilla abajo. De repente oyes pasos y empiezas a temblar. Te mueves ligeramente a la derecha para poder asomarte un poco, sabes que no deberías pero no puedes evitarlo. Así que echas un vistazo, te inclinas un poco más y lo ves. Es un hombre más alto de lo normal, vestido entero de un rojo sangre que no augura nada bueno y con una ca