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Mostrando entradas de diciembre, 2013

Miedo

Antes me gustaba correr. En verano me levantaba temprano, me vestía, me ponía los playeros y bajaba hasta la playa. Amanecía, era precioso: la bruma de la mañana, el (casi) silencio, las olas blancas y el mar inmenso y azul, la arena fina, el alrededor de un verde intenso, el cielo, el sol... Llegaba con una toalla, un bote de crema y una botella de agua que dejaba junto a una roca...siempre la misma... Me ponía los cascos cuando sentía que lo necesita o sino escuchaba solo el aire y el mar. A esas horas solo había unos pocos perros con sus dueños. Estiraba un poquito y empezaba a correr. Despacio al principio y luego cada vez más rápido. El aire me daba en la cara, me apartaba los mechones de pelo que se me iban soltando de la coleta. Lo mejor era la sensación de libertad, de que todo era posible si seguía corriendo. Cuanto más rápido iba más me quemaba el pecho al empezar a faltarme aliento...me gustaba. Después me quitaba la camiseta y los pantalones quedándome en bikini y me

Egoísmo

Desde el Sábado cada día, cada momento, me doy más cuenta de lo egoísta que soy. Me siento culpable por no haberme dado cuenta antes, por segundos más culpable... Conocí a gente, a personas de mi edad que viven en el mundo real, que se han visto obligados a poner los pies en el suelo a base de caídas que les empujaban hacia él. Algunos de ellos no pueden con ello y acaban solos, sin nada, perdidos... Pero hay otros que pese a todo se levantan después de cada caída, después de cada problema que la vida les presenta y luchan. Tienen problemas reales, graves. Tienen problemas que nosotros no podemos ni imaginar y que si sufriésemos no seríamos capaces de superar. Son más valientes, más fuertes...son mejores que nosotros en muchos aspectos importantes a los que nosotros no damos esa importancia. E incluso así, siendo como son, muchas veces los apartamos nada más verlos; no dejamos ni que se nos acerquen. Los juzgamos antes si quiera de hablar con ellos. Odio que me juzguen y odio qu

Las cosas cambian

Las cosas cambian. Las relaciones evolucionan, para bien o para mal. Pueden hacerte feliz, cualquiera de las dos opciones. Cuando una relación cambia para bien, mejora, te hace feliz; cualquiera es capaz de llegar a esta conclusión, es la parte fácil. Pero cuando una relación cambia para mal o incluso cuando desaparece, en un primer momento sufres, durante un tiempo lo pasas mal porque la conexión que tenías con la otra persona ya no está, solo queda su sombra y esa ausencia te deprime, la conexión es sustituida por la tristeza. Pero poco a poco esa tristeza va pasando, lo aceptas, lo asimilas y cuando la sombra de esa relación se ha ido, eres capaz de pensar con claridad. Haces balance y puede que llegue a la conclusión de que ha sido una gran pérdida, pero ten por seguro que no todas las pérdidas son malas. Puede que pensándolo fríamente seas capaz de ver que la pérdida ha sido una ganancia. La mayoría de las relaciones (no solo las románticas) no son imprescindibles en tu vida;

Escribir

Cuanto más escribo más me gusta. Cada vez que lo hago siento que esto es lo que me hace más libre, lo que me hace más yo misma. Podría pasarme horas con un boli en la mano y una hoja blanca ante mis ojos. Las ideas se me van aclarando según las voy plasmando en el papel y eso me hace feliz. Un consejo: nunca dejéis de hacer aquellos que os hace felices. Un beso, sed felices :)

Rojo

El fuego con un rojo sangre que nunca había visto brilla al fondo de la sala, por llamarlo de alguna manera.  Todo alrededor cubierto por pieles, todo ambientado en una época que no es la mía, que no reconozco. Solo pieles, de animales, con sangre seca manchando el estampado... solo pieles y nada de vida. No hay nadie, no se oyen pasos, ni respiración alguna de otra persona, ni el latir de un corazón con vida... NADIE. No puedes moverte, nadie te ayuda. Pides auxilio, nadie te escucha. Lloras amargamente, nadie está allí para ver las lágrimas recorrer tu rostro. Piensas en lo que te ocurre, nadie sabrá jamás lo que albergó tu mente. Estás solo... soledad... vacío... tristeza... nadie...

Nadie

¿Cómo llegas a saber qué sientes en cada momento? ¿Sabes de verdad qué es lo que piensas? ¿O tan solo dejas que pequeños impulsos te lleven al lugar donde tú crees, por unos segundos, que deseas estar? Creo que la mayoría de la gente hace esto último. Todos, incluyéndome, nos dejamos llevar por un camino que nos marcan los demás, los ``poderosos´´, aquellos que te necesitan para un fin completamente egoísta. Pero nosotros nos dejamos hacer, porque es más cómodo, mucho más cómodo que enfrentarse a la realidad de cada día, más cómodo que ser tú mismo y luchar. Cuando crees que estás haciendo lo que tú quieres, solo dejas que los demás sigan influyendo en ti. Poca gente se para a pensar en esto, y aquellos que lo hacen terminan resignándose o son condenados al olvido y a la soledad porque la gente que les rodea no entiende su forma de pensar. No me atrevería a ordenar nada a nadie, pero quizá tendríamos que dedicar algún tiempo de nuestra vida a pensar sobre quiénes somos y qué que

Nunca

Es una verdadera pena que la mayoría de la gente no llegue a plantearse nunca lo que tiene. Nunca se paran unos minutos y observan lo que les rodea. No saben lo que se pierden; no disfrutan de la gente, son solo cuerpos que pasean junto a ellos por la vida y que son incapaces de ver porque tienen los sentidos tan sumamente anulados que no pueden por ningún medio llegar a conocer si quiera a una sola persona. Están tan sumidos en la vanidades cotidianas que no dedican un solo segundo de su existencia a admirar lo que tienen, lo que podrían tener... Nunca han sentido el placer de contemplar la lluvia durante un largo rato; sentir o escuchar las gotas de líquido transparente cantar contra el cristal de su ventana, la carrera en que esas gotas tomaban parte descendiendo por él. NUNCA. Jamás se han sentado en la orilla del mar y han disfrutado durante horas de la canción que cantan las olas al deslizarse por la arena de la orilla. Nunca se han parado a pensar en la belleza del momento

Defectos

La desesperación de saber, de llegar a haber comprobado que las personas con las que compartías tantas horas al día tienen más defectos de los que tu conocías. Seguramente tú también los tengas pero el golpe que te llevas al darte cuenta de esta realidad es como la típica imagen de la bombillita encendida.  Algo se rompe dentro de la relación con esas personas. No sabes si todo volverá a ser como antes o no. Quieres convencerte a ti mismo de que puedes convivir con ese defecto pero cada vez que los miras solo eres capaz de fijarte en él, como cuando alguien tiene un grano enorme y solo puedes mirar ese enorme punto rojo (Por Dios, ¡qué comparación más horrible!).  El caso es que ahora que lo he vivido no sé cómo tomármelo. Siempre, todo el mundo, te dice que debes asumir los defectos de los demás e incluso amarlos, pero cuando se te plantea ese tema tan directamente es muy difícil poner la teoría en práctica. Ese defecto infecta toda la personalidad de esa persona. Eso en el mej