Vivir
Todavía hecha un ovillo, cada vez más pequeño, en una esquina de mi cama. No era capaz de derramar una simple lágrima; el llanto no conseguía salir fuera, tenía todo ese dolor punzante justo al borde pero nada. Como si todo él pugnase por salir al exterior al mismo tiempo a través de una puerta demasiado pequeña para permitirlo. Recordaba los hechos: cada movimiento, cada mirada, cada paso vacilante, cada segundo de aquella gran agonía que había tenido lugar unas pocas horas antes. El aire de mi habitación me parecía cada vez más asfixiante; pero, ante el pensamiento lógico de levantarme a abrir la ventana, solo pude encogerme aún más y soltar un pequeño gemido lastimero. Cada vez estaba más en el límite y no podía resistirlo, dolía demasiado. Todo desesperación, impaciencia, frustración…era toda esa ausencia de una posible liberación lo que hacía que el pecho cada vez subiese y bajase a un ritmo mayor. Dolor, todo lo que tenía dentro de mí era dolor; y era mucho más doloroso aún sa