Cuaderno en blanco y negro

Caminas entre la bruma, con cautela, pensando. Piensas en lo que ha pasado y en lo que te pasa en ese momento pero, sobre todo, piensas en lo que pasará. Porque en tu mente los tres tiempos se turnan para torturarte: pasado, presente, futuro... Sigues caminando porque eso es lo que dicta tu intuición. ¿Intuición? ¿Qué es eso? ¿Por qué has decidido hacerle caso a un sentimiento que nunca antes habías pensado que existiese? No lo sabes y la duda te hace dudar. Sin embargo sigues adelante. Caminas durante muchísimo tiempo, perdido. Lo que antes era una leve bruma se convierte en una niebla tan densa que apenas te permite ver dos pasos mas allá. Ahora, además de la intuición, la congoja anida en tu pecho. El temor a no llegar nunca a un destino que desconoces, de no llegar nunca a aquello que más anhelas aunque no sepas lo que es. Sigues caminando, intentando dejar tu mente en blanco para que así el camino se haga menos infernal y permites que tu mente se llene de sueños sobre el futuro

¿Sabéis? A veces me pregunto qué hacemos aquí. ¿Para que tanto lío si nuestra vida no tuviese algún sentido que esté más allá de nuestra comprensión? Bueno, esta es una pregunta que se ha hecho mucha gente a lo largo de todos los siglos de existencia. Aun así, es una cuestión que todavía carece de respuesta. Es la pregunta más difícil de todas, la más importante, la más trascendente...normal que no tenga explicación todavía. Sin embargo, me asombra la variedad de teorías que se han dado. Las muchas maneras de explicar lo que somos, para qué somos los que somos, para qué estamos aquí... todas ellas me parecen fascinantes, lo que es capaz la mente humana para hallar respuestas, infinidad de personas que dedican su vida entera a tratar de encontrar respuestas. ¿Por qué alguien elige una vida así? No lo sé.  Este es un tema que todos nos llegamos a plantear en algún momento, pero la mayoría lo deja por imposible. Se crea en su mente una explicación que encuentra plausible, lo suficiente

Arrogancia. Silencio. Sonrisa. Miedo. De pie frente a mí. Yo espero. Me miras. Retrocedo. Sonríes. Me estremezco. Hablas... y muero.

Últimamente me siento más feliz de lo que pensé que pudiera ser en esta parte de mi vida. Al fin y al cabo, todavía no he conseguido llegar a ser lo que quiero, ni he conocido todos los lugares que desearía, ni he mantenido todas las conversaciones reservada para una persona en su vida... Aún así la sensación que tengo últimamente es de euforia, de paz conmigo misma. Es el momento en que más feliz he sido en toda mi vida. Todo ha cambiado para mí: afronto los momentos del día a día con más alegría, cuando veo a la gente a la que quiero siento una explosión en el pecho; es algo así como la euforia que mencionaba antes... y en esos minutos no puedo parar de sonreír. Fue después de parar a pensar y ver que en realidad tengo muchos motivos más de los que necesito para serlo. Aun sin haber conseguido todo lo que puedo y deseo, soy muy feliz. Disfruto de mi vida ahora y espero el futuro confiando en que puedo y llegaré a ser más feliz todavía.